El Círculo Como Laberinto

Meteoro no es una imagen, sino muchas. En realidad es la huella múltiple de un gesto prolongado, o mejor, la cola de un impulso que nace en la atracción por el vértigo que las figuras circulares ponen en movimiento en los ojos y el ánimo de un autor. Potencia de las formas y el color, imaginario que desea conmover la quietud engañosa del plano de pintura.

No sé bien cómo entré en la zona de los círculos, pero lo cierto es que una vez inserto fue imposible salir.

Comprendo que Meteoro es sólo estrategia discursiva, material, impulsiva y literal. Y ocurre con ello como con los vértigos de palabras y pensamientos, como con las lluvias y las tormentas, que de pronto se anuncian y de pronto no, pero siempre hipnotizan.

Persigue imágenes, pero que se realizan irrealizándose como los sueños. Desconectan, descalabran, suman y restan.

Dejar que sucedan es la receta antigua y nueva a la vez: lo que apenas se corre de lugar, crea un nuevo lugar.

Cada obra así instituye su propio estado, y abre espacio a la aventura y una nueva oportunidad.

Tulio de Sagastizábal, septiembre de 2015.