Tránsito y estaciones

Por Gustavo López

Podemos decir que en la obra de Tulio De Sagastizábal hay dos etapas primordiales, la primera marcada por una figuración, donde era notorio el deseo de narrar una experiencia colmada de evocación y nostalgia por un mundo y un proceso histórico trunco, proyectado vitalmente por su generación. Este primer impulso que se cierra pasada la primer mitad de los 90, momento en el cual hace un impase de reflexión y autoanálisis y comienza a desarrollar un trabajo donde la preocupación esta puesta en la resolución de problemas pictóricos a través de obras dominadas por imágenes geométricas y abstractas, libres de la necesidad de construir un relato puntual.

De esta extensa serie de recorridos y variaciones sobre distintos tópicos de la pintura hemos realizado una selección de obras que dan cuenta de las líneas centrales transitadas en estos años de súper producción. La selección se ejecuto dentro de los cuadros disponibles entre centenares realizados y que podríamos agrupar en familias, con sus características y puntualidades. Pinturas conectadas y afines, que dan cuenta de un conjunto de ideas pictóricas que durante casi veinte años se fueron desplegando y resolviendo dentro y fuera del lienzo. Las obras en su conjunto nos recuerdan el destino de la pintura como actividad mental y es allí donde su potencia artística se expresa con asombrosa naturalidad y precisión.

Los trabajos tienen ante todo una carga significativa de diseño, tanto de los elementos articulados en el plano como en la aplicación ordenada del color; o sea, ideas concentradas en la expresión de la forma y sus consecuentes derivaciones en la generación de lenguajes.

El fondo, la trama y la línea que compone figuras, son las variables del proceso pictórico, al servicio de la expresión de ideas y son atacadas y resueltas a través de la introducción de derivaciones y subordinaciones que dan paso a nuevas imágenes de estas genealogías, expresadas en estructuras de aparente sencillez.

Algunas de estas series son producidas sobre un fondo de cuadricula, en donde elementos, de una geometría biomorfica, tienden a insertarse y disputar visualmente el territorio de este fondo, generando percepciones y desdoblamientos sutiles. En otras la pincelada se expresa de modo artificial, recurriendo a cintas de papel para limitar las zonas de color, que al ser retiradas de la tela generan tensión en una línea azarosa pero controlada. Los recursos logrados dan cuenta de un dominio formal, producto del trabajo incesante, pero la totalidad de la obra que se agrupó en estos años expresan un pensamiento permanente y lucido sobre que es hoy la pintura, y que conexiones entreteje y disputa con las practicas contemporáneas.

Además del trabajo en su taller podemos incluir como parte de la obra de TDS a su labor como formador de artistas en varios puntos del país, lo que le ha dado, a pesar de su pudor, un reconocimiento unánime como Maestro. Bahía Blanca es una de las ciudades en que por fortuna su tarea docente se desarrollo por varios años, gracias a las gestiones que el MBA MAC realizó, uniéndolo de manera insoslayable y de modo directo o derivado al florecimiento actual de la experiencia estética de nuestra ciudad. Esta exposición de sus obras y su llegada después de varios años complementan un reconocimiento a su persona, unida definitivamente al campo cultural bahíense.