El Juego Inductivo

“Modificando ligeramente una fórmula de Jauss, podría decirse que la experiencia estética tiene el carácter de una experiencia propia como experiencia ajena.” Daniel Innerarity

 

Una artista productora, un grupo de niños, un grupo de coleccionistas, una galerista, un grupo de amigos. Sin dudas la práctica del arte ha cambiado mucho.

Y en consecuencia la experiencia estética redefine sus constantes.

La invención poética se inviste frontalmente de acto solidario y fraterno. El juicio de lo bello se entrama con la presencia cruda de significados poco ambivalentes, y los destellos perceptuales son descaradamente emocionales.

Dar cuenta y darse cuenta. Para abordar lo real es necesario que lo real esté viniendo hacia ti también, en tu imaginación.

O sea, se acortan las distancias.

El artista siempre pone el cuerpo.

Lo pone, lo presta, lo ofrece como garantía. Garantía de su convicción y su deseo.

Lo pone, lo presta y desea que los otros participen, poniendo algo de sí, arriesgando y aprehendiendo lo que ponen.

¿Alguien comprende que esto es educativo?

La negatividad del arte hace clímax cuando genera nuevas ejemplaridades. Es que el tiempo irónico ya acabó, y ya sin héroes ni antihéroes nos queda la gente como actores.

Como causa, como efecto.

Los espectadores no podrán mirar lo que otro hizo. Mirarán y verán lo que otros se hicieron. Y tendrán problemas en tomar distancia porque hay demasiados puntos de referencia: si te alejas de unos, te acercas a otro. Te involucran.

No va a haber seguramente compasión o temor (Aristóteles). Habrá inquietud, interrogación. Sorpresa, y detrás de la sorpresa, placer.

El placer de ser sorprendido, desde ya, pero sobre todo el placer del acto afirmativo, el dibujo que dibujan las personas cuando consiguen entrelazar sus líneas, la alegría con que hacen todo esto y se conocen, y desean llegar juntos.

Tal vez sí haya compasión o temor.

 

Tulio de Sagastizábal, Buenos Aires, septiembre de 2003.

 

Nota:

Texto que acompañó la muestra de Claudia Fontes en la Galería Luisa Pedrouzo, Bs. As. 2003.