La vida exterior

Siempre nos ha sido difícil comprender el ciclo de la creación de las imágenes. Aunque siempre nos habitaron las imágenes, es cierto, pareciera sin embargo que importan de un modo distinto las imágenes que nos proponemos crear o inventar a propósito.

Quizás porque ocurre que las imágenes que llamamos “internas” no nos despiertan sorpresa, pues son habituales, recurrentes u obsesivas, y trabajan seguramente sobre universos significativos que hemos aprendido a desentrañar, o creído que podíamos hacerlo, y que sobresaltan solamente cuando nos despiertan inquietudes extremas.

Pero las imágenes que nos proponemos hacer, construir, dimensionar y realizar en nuestro “afuera”, en nuestro entorno y como extensión, ampliación y práctica de nuestro suceder, nos colocan en un ambiguo lugar de mediación, cuyas reglas y aprendizajes no dejan de ser jamás elusivos y muy difíciles de comprender.

Porque si bien todo este quehacer pareciera responder a intuiciones e intenciones muy propositivas, nunca podemos sentir un acabado control sobre las imágenes que se deslizan y se erigen de este modo, y no alcanzamos realmente a comprender qué exigen y requieren de nosotros.

Sospechamos pues que nuestro lugar de hacedores y/o mediadores se desplaza hacia un probable y temible rol de instrumentos, de no sabemos muy bien qué y tampoco para qué.

Podemos querer que el mundo sea de algún modo, pero el mundo se improvisa y se realiza a una velocidad y en tan infinitas dimensiones que lo que alcanzamos a apresar es un tibio aliento, un minúsculo fragmento que sólo valoramos en plenitud si comprendemos que es un vestigio muy valioso, quizás el más valioso, porque puede conservar una latencia de lo que está y ha estado vivo.

Seguimos en el río y el río siempre cambia, y nosotros también, pero el fenómeno por repetido no deja de instarnos a resguardarlo de alguna forma, como pócima mágica que logre perpetuar lo que no acabamos de comprender, abarcar y experimentar.

La vida exterior es así una promesa también de un mundo otro, de un futuro próximo o lejano, ya no importa, porque importa la ficción de creer que es por nuestro intermedio que ese tiempo y ese momento ya comenzaron a ocurrir.

 

Tulio de Sagastizábal. Buenos Aires, 2016.

 

Nota:

Prólogo a la muestra “Outer Life”, realizada en 2016 en la Galería Praxis de N. York.