Silvia Gurfein y sus obras recientes

Los ojos que han sabido ver

Desde que comenzó a pintar, Silvia Gurfein se hace preguntas y reflexiona, como si pintar fuera para ella (y lo es sin duda alguna) un ejercicio del saber, del inquirir sobre el saber y el conocimiento, de aquello que podemos comprender y los límites de lo que abarcamos.

Piensa en la fusión de las formas y sus manifestaciones, el movimiento de balanceo continuo entre lo existente y sus fantasmas, en el miedo y la conciencia del no existir. Acerca del estar y estar desvaneciéndose sin cesar.

Pero siempre brilla la confianza de atesorar en los restos, los pequeños restos, los mínimos, todo el universo de evidencias que señalan, repiten, existen e insisten como testigos de lo que ha sido el fragor de una íntima y delicada épica.

Pequeña y monumental es su acción de emprender y elaborar lo que puede desaparecer. Y mucho desaparecerá. Pero una memoria minúscula es suficiente para los ojos que han sabido ver, que han conocido el aliento de lo vivido, que se han maravillado y han soñado, que contemplaron los sobresaltos de la pasión y se embarcaron en luces y en sombras sucesivas.

Silvia Gurfein hace y deshace, y lo vuelve a hacer. Deja marcas sutiles, delicados pixeles o inventivas flores, pero siempre deja una superficie pintada, una imagen acariciada y vuelta a acariciar.

Maneras de convocarnos y hacernos cómplices de ese comportamiento tan original, como huella de su forma de ser pintora, su modo y estrategia de recordar la actualidad de esa vieja pasión, de ese deseo inagotable de asir lo bello, que se manifiesta como verdadero en un abrir y cerrar de ojos. Silvia Gurfein está rondando…

Estas obras que podemos ver ahora son testimonio de los días en que desconfió y también confirmó su presencia. Son estas telas que llenó y vació de modo tal que plenitud y ausencia continuaran presentes. Porque su nada figurará como preámbulo de la repetición, de la reparación, de la reconciliación. Porque en el vacío seguimos viendo, porque con los párpados cerrados seguimos viendo, porque infinitas estrellas desaparecidas continúan iluminando el camino, nuestro recorrer, como promesa de renacimientos persistentes.

Lo pasado y lo prometido yendo hacia atrás y adelante, una y otra vez. Con el entusiasmo que sostiene todo trajín, todo desaliento. La maravillosa esperanza.

Tulio de Sagastizábal, mayo de 2019.