Tulio de Sagastizábal: Las clínicas de obras

El taller devenido en la modalidad de “clínicas de obra”, o sea el que también llamamos ” taller de análisis de obra”, es una práctica derivada de los habituales y de largo conocidos talleres de arte.

Fueron invariablemente disciplinarios en sus comienzos y de acuerdo con una arraigada tradición de talleres en nuestro país. Hablamos, entonces, de los talleres de pintura, grabado, dibujo, escultura, fotografía, etc. que fueron los lugares privilegiados de formación de generaciones de artistas.

(Yo asistí a los talleres de Luis F. Noé, Roberto Páez y Alejandro Vainstein, en años en los que también eran memorables los talleres de Aida Carballo, Carlos Gorriarena, Norberto Onofrio, Juan Pablo Renzi, Pablo Suárez, Ahuva Szmilowicz, etc, etc.)

Pero, como correlato del horizonte de circulación y convivencia que el arte contemporáneo ha ido imponiendo a las obras con su necesaria interdisciplinariedad,  ciertos talleres de arte comenzaron a girar hacia una nueva modalidad de prácticas: desplazaron los centros de discusión desde el costado de la particularidad de las técnicas y los procedimientos de trabajo hacia un grado mayor de preocupación por las articulaciones de conceptos y significados involucrados a la hora de producir las obras.

Estas preocupaciones crecientes por un orden conceptual envolvente amalgamaron inevitablemente producciones disímiles en su orden disciplinario. Unieron la totalidad de las obras en un campo de discusiones comunes y pertinentes, con utilidad y eficacia de aparente equivalencia para artistas de prácticas distantes.

Sin dudas, hubo necesidades y deseos que siempre han sido propios de la condición de artistas, que son comunes a cualquiera de los miembros del colectivo, pero, paradójicamente, parecieron reforzarse en la confrontación de las obras diferentes.

Se consolidó, de este modo, el uso de las clínicas interdisciplinarias, que se revelaron eficientes a la hora de potenciar el desarrollo de cada identidad y cada producción en particular, de acuerdo con las elecciones y predilecciones de cada artista.

La fuerza y eficacia del colectivo en estos intercambios han sido y son un permanente misterio. Las lógicas de influencia y presencia provechosa en cada artista que participa en estos ciclos de formación son difíciles de determinar, pero siempre resultan notorias las consecuencias a la hora de evaluar progresos y desenlaces.

El trabajo de revisión de la producción acumulada en períodos más o menos largos, la necesidad de hacer forzosamente esa recolección de imágenes, queridas o no, recordadas con mayor o menor presencia, o gratitud. También revivir las ideas y fantasías acumuladas en esa temporalidad, en fin, sumado a la confrontación con la mirada-otra de dichas imágenes y gestos distantes, sin dudas provocan esclarecimientos respecto de las propias ambiciones o expectativas. Y más allá del episodio incómodo de la desnudez provisoria del mostrar, algunas marcas antiguas retornan al imaginario como actualizaciones o destellos de proyectos a explorar y revitalizar.

Por momentos, es necesario recurrir a textos que ayudan a pensar, o al menos a establecer un paralelismo entre las prácticas y ciertos modos de pensar actuales, simultáneos también a las preocupaciones que se nos dificulta comprender y determinar.

Los textos deben estar al alcance, a pesar de la arbitrariedad de elección, pues son textos o autores que nos han seducido y que sentimos que buscaron comprender también algo que nos es común, respecto de la necesidad de explicación y justificación de nuestras insistencias.

Sin embargo, los textos no son abundantemente visitados, pero están allí, y quien lo desee puede comprobar que, de leerlos y vueltos a leer, se hacen más familiares; y el lenguaje, siempre en principio dificultoso, se aproxima, más y más según la perseverancia.

Es de todos modos crucial, a mi modo de ver, tener ese contacto alcanzable con hábitos y modos de pensamiento que contaminan de dignidad y deseo unas prácticas que tienen siempre un núcleo de humildad, y oscuridad, en su centro.

Muchos textos quizás, pero nunca citados en simultáneo, a veces incluso mencionando sólo algunos pocos, casi por azar. Las más de las veces fragmentos fotocopiados, pequeños ensayos, conferencias, artículos, entrevistas. Muchos textos muy difundidos, otros casi hallazgos personales, por ej. El arte y su sombra, de M. Perniola; Profanaciones, de G.Agamben; Lo Inhumano de J.F. Lyotard); breves artículos de Deleuze y Foucault, o conferencias y varios capítulos de libros suyos muy conocidos; algunas páginas de H.Belting, y del libro de los gestos de V.Flusser; alguna traducción incompleta de Groys, y algo más de textos no publicados en el país; J.Derrida, lo que pueda colar, aunque me da placer quizás sólo citarlo;  textos volátiles, de César Aira o Felisberto Hernández, o los consejos de R. Stevenson; también fragmentos de Craig Owens, Rosalind Krauss,  El Retorno de lo Real de Hal Foster; Clément Rosset y diálogos con Cristian Boltanski; J. Ranciére más de una vez, y G, Didi Huberman. Algunas veces también dos pequeños ensayos de H.Jauss y  H.Gadamer. En fin, olvido seguro algunos más a los que apelo en esta función de apoyatura.

Hago invitaciones a algunos historiadores y teóricos para breves charlas, y más frecuentemente, hago invitaciones a artistas descollantes y/o ex alumnos que ya han desarrollado una producción y una trayectoria que creo que es muy útil conocer.

Persigo con esto una manera de aproximar prácticas y experiencias que son vistas habitualmente como lejanas y rodeadas de un aura de equívocos que considero dañinos.

En ocasiones, algunos artistas se ofrecieron a venir, como en una oportunidad memorable, E. Stupía, que ya había estado hablando de su obra, se ofreció a enseñar en el taller todo un registro de obras expuestas en la Feria de Arco de ese año.

Y Claudia Fontes, que hizo una muy pormenorizada reseña de la excepcional experiencia del proyecto Trama, que ideara y realizara entre 2000 y 2005, junto a un valioso colectivo de artistas de todo el país.

O la más recientes invitación a Leonardo Solaas, que es un artista destacado, pero que entonces presentó y habló en torno a un bello texto de su autoría: “Definiciones del arte”.

El recorrido de Eduardo Gil, de Jorge Macchi, Pablo Siquier, Daniel Garcia, Juan Pérez Agirregoikoa, Carolina Antoniadis, Cristina Schiavi,  Elba Bairon, Silvia Gurfein, Karina Peisajovich, Irene Banchero, Amalia Pica, Irene Kopelman, Leticia Obeid, Verónica Gómez, Leila Tschopp, Viviana Blanco, Guadalupe Miles, Ivana Brenner, Ignacio De Luca, Paola Vega, Mauro Koliva, y muchos muchos más. Pero en tantos años ya no podría hacer una enumeración completa y sólo he querido dar un perfil de una actividad que he incorporado ya hace tiempo a mis prácticas y que deriva en encuentros celebrados por todos.

Finalmente, en un recorrido de más de veinte años, los cambios en las maneras de organizar y desarrollar la tarea docente que en mí recae han sido múltiples y ya casi desmemoriados.

Pero hay algunas constantes que son invariables y de algún modo son las que me dan anclaje en una tarea verdaderamente autogestionada.

He sido básicamente un autodidacta, lo que implica numerosas limitaciones e inestabilidades, la carencia de una sistematización sólida, y un fuerte desconcierto sobre cuánta puede ser la ignorancia personal.

Pero la invariable principal siguen siendo siempre no tener un programa cerrado, ajeno a la identidad de cada grupo reunido, siempre distinto, siempre inesperado.

Mantengo las posibilidades de improvisación y cambio, según lo que dicte la experiencia en curso, o algún nuevo aprendizaje bienvenido.  Y una misma convicción respecto a la importancia de que ante todo cada artista respete su singularidad, su decisión, deseo y necesidad de practicar su oficio como sea, y confíe siempre en sus posibilidades de crecimiento.

Tulio de Sagastizábal, febrero 2017.